sábado, 21 de agosto de 2010

La depresión en los ancianos


Los ancianos eran considerados sabios y consultados por la población para dar consejos enlos asuntos más variados. El anciano era el jefe indiscutible de la familia y muchos pueblo seran gobernados por un consejo de personas de la tercera edad. El anciano tenía un papel
importante en la vida comunitaria y un gran prestigio. A partir de las últimas décadas, esta imagen ha venido a menos y los anciano no solo han perdido relevancia ante la sociedad y ante si mismos, sino que muchos son considerados como una carga, principalmente por sus
familiares más cercanos. Por lo que se sienten solos, inútiles y/o desplazados, ésto se refleja en depresión, angustia, ansiedad e incluso cuadros de psicosis y neurosis agudas.
Las causas por las qué se deprime un anciano son varias: sensación de abandono y soledad,
culpabilidad, inseguridad por desventaja física y jubilación, entre otras.
1) SENSACIÓN DE ABANDONO Y SOLEDAD.

Aquellos que han enviudado, o que han perdido a su pareja, llegan al ocaso de su vida con
una terrible soledad que los asusta y los deprime. Los hijos ya se han casado y tienen hogar,
ocupación y destino propios. Es cada día más difícil ir a ver al abuelito o a la abuelita y
esto solo sucede en ocasiones especiales. Cuando el anciano vive con alguno de sus hijos,
casi siempre llega a sentirse un estorbo. Por lo que es muy importante que un anciano se
sienta querido y respetado por los seres que ama, que encuentre metas e intereses propios
que enriquezcan su vida y la hagan interesante. La terapia ocupacional y el afecto de sus
familiares y amigos es un bálsamo para aliviar esa tristeza que sufren muchas personas en
la vejez.
2) CULPABILIDADES.

Es uno de los sentimientos más dañinos que existe y afecta mucho a los ancianos que están
en una etapa de recuento final de sus acciones. Todos cometemos errores pero un anciano
siente que ya no puede remediar los suyos, ni los daños causados a otras personas. Esta
lucha contra lo irremediable puede ser muy peligrosa para el ánimo de un anciano que se
siente débil e inseguro. Lo ideal sería tratar de liberar a nuestros ancianos de todas esas
pequeñas y grandes culpabilidades que los atribulan y hacerles comprender que no pueden
vivir colgados de antiguos pecados.

3) INSEGURIDAD POR DESVENTAJA FÍSICA.

Lejos quedaron los tiempos en que eran jóvenes y vigorosos, ahora tienen arrugas, canas, y
una multitud de padecimientos. El anciano ya no se siente tan fuerte como antes y extraña
con verdadera nostalgia sus años de salud y juventud. Este proceso natural y desconcertante
de envejecimiento vuelve a quien lo padece enojón y caprichoso o bien, melancólico y
dependiente. ¿La solución? Aceptar que uno se ha hecho viejo y reconocer que esta fase, al
igual que todas las de la vida, tiene también su propio encanto.

4) JUBILACIÓN.

Un anciano que ha trabajado a lo largo de cuarenta años, como promedio, se ve de pronto
sin nada que hacer. Su día antes repleto de actividad se le antoja largo y vacío.
Le sobra tiempo y le faltan cosas qué hacer. Ha cumplido su meta vital y ya no tiene otra
con que sustituirla. La pensión, que muchas veces es insuficiente, no ayuda mucho a su
seguridad y en caso de tener recursos propios, descubre que los precios han subido de tal
forma que los ahorros de tantos años se han convertido en casi nada. Por lo que es
importante recordarles que han llegado a la época en que podrán realizar todo aquello para
lo que no tuvieron tiempo en sus años de trabajo y vivir para ellos mismos.
5) PÉRDIDA DE AUTORIDAD Y PRESTIGIO.

El papel de los ancianos en el ámbito económico y familiar se ha visto relegado. Parecemos
haber olvidado que existe en los ancianos una fuente valiosa de conocimientos y sabiduría.
Los desplazamos considerándolos inútiles e incluso molestos sin querer ver que ellos
pueden tener respuestas mucho más validas que las que tenemos nosotros. Los conflictos
humanos siguen y seguirán siendo los mismos y las relaciones interpersonales no se han
modificado. Es ahí donde un anciano puede constituir una gran ayuda, ya que ha vivido lo
suficiente como para saber manejar los delicados hilos de una relación humana. Por otra
parte las personas de la tercera edad han acumulado durante muchos años una gran cantidad
de conocimientos. Los ancianos saben ¿Por qué no preguntarles?
6) SENSACIÓN DE TIEMPO PERDIDO

La sensación de haber malgastado su vida o de haberse privado de sus cosas y actividades
preferidas es una causa frecuente de depresión en los ancianos, sobre todo cuando no han
logrado cristalizar los planes e ilusiones de su juventud. Muchos de ellos anhelan tener la
oportunidad de volver a vivir y de lograr así una existencia diferente. Esto les da una
sensación de fracaso y es algo muy difícil de vencer; sin embargo, es necesario hacerles ver
que en su vida han logrado muchas cosas buenas y hacer que se concentren no en lo que no
pudieron conseguir, si no en todas aquellas cosas de las que puedan enorgullecerse.
7) CERCANÍA DE LA MUERTE.

Todos tenemos miedo a morir. La muerte es un fantasma que nos acompaña desde el
momento en que nacemos. Cuando somos jóvenes ese hecho inevitable nos parece lejano.
Pero a medida que envejecemos, nuestra expectativa de vida se reduce y la muerte se
vuelve una realidad más o menos inmediata. Si bien es cierto que muchos ancianos se la
toman con calma e incluso con esperanza, es igualmente cierto que un gran porcentaje de
personas de la tercera edad se rebelan ante al idea de abandonar este mundo. Quieren vivir
y saben que el tiempo se les acaba. Les preocupa, especialmente, el hecho de morirse solos.

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